Uno de los mejores recuerdos que guardo de mi abuelo Antonio, el papá de mi mamá, eran nuestras salidas a almorzar. Mi hermano y yo lo veíamos poco pero cuando nos reuníamos, era toda una experiencia. Primero porque mi abuelo, era todo un personaje y en los pocos sitios que iba, claramente dejaba huella…
Relaciono mucho a mi abuelo con mi restaurante favorito, el Vizio. Cuando él llegaba, recuerdo que todo el staff de mesoneros se paraba en fila y le pedía la bendición. El cariño era mutuo y lo consentían en todo lo que él pedía.
Además, como buen libanés, era un bon vivant que disfrutaba de las buenas cosas y mientras más exquisitas eran, mejor. Lamentablemente él ya no está entre nosotros y el Vizio cerró sus puertas.
En fin, para mi consuelo, hay un sitio que hace un tiempo abrió sus puertas y para mi felicidad y mi sentido del gusto, es tan bueno como el otro. El lugar: San Pietro en Las Mercedes y es uno de esos rincones de la ciudad que me hace feliz.
Si bien puede ser considerado como uno de los más caros de la ciudad, en mi experiencia, la calidad me ha demostrado que lo vale. Para aumentar mi alegría, varios muchachos del staff del Vizio, están trabajando ahí y, cual campeones, mantienen el mismo buen servicio que brindaban antes.
A los clientes saben consentirlos, y si son nuevos, tratan de hacerles de la experiencia algo que los deje con ganas de volver.
Siempre me gusta aclarar que ésta es mi experiencia porque en un país tan inestable como éste, cualquier cosa puede suceder, y es probable que no todo el mundo haya salido con un buen sabor de boca de aquí.
RECOMENDACIONES:
Hasta ahora, todo lo que ha probado ha sido delicioso. En las entradas, hacen unas aceitunas rellenas exquisitas. Los carpaccios están geniales y en los principales, todo es divino.
La semana pasada nos hicieron una degustación de cuatro platos:
Carpaccio de pescado blanco y salmón
Ravioles de conejo
Pescado con vieiras y camarones salteados acompañados de acelgas y alcachofas
Chuleticas de cordero y risotto funghi
Los cuatro platos estuvieron estelares, y la velada… inolvidable.
Por cierto, probé la famosa bebida Jagermeister como un digestivo, y no estuvo nada mal. Muchos deben pensar que fue una locura, pero la verdad pensé que sería peor...
Los postres son la pata coja del lugar. Pero tengo esperanzas de que eso cambie pronto.
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