sábado, 14 de abril de 2012

Comiendo en DOC





Hace unos días vino de visita una amiga de Uruguay para Venezuela llamada Ximena. Fue a Los Roques, pasó por Río Chico y disfrutó parte de Caracas.

El día que se regresaba a su país, fuimos a almorzar ella, mi amiga Maru, donde se hospedó Ximena y unos amigos que conoció en Los Roques.

Después de mucho pensarlo decidimos llevarla para el restaurante D.O.C. . De esta forma conocía uno de los sitios de moda de Caracas, conocía ciertos productos nacionales y vivía la experiencia de salir a comer en nuestra ciudad.

La verdad, debo admitir que recibimos una excelente atención de principio a fin. A la hora de recibir el menú pasamos un rato largo estudiándola porque además de extensa, manejan un gran número de platos que provoca comérselos todos. Por eso, decidimos que cada quien pediría algo distinto.



Para empezar, las entradas estaban exquisitas: unos tequeños que se les derretía el queso de una forma fascinante, acompañados con una salsa de papelón y otra picante. Lo otro era una tabla de quesos nacionales seleccionados. Aquí debo hacer mi primera crítica: los sabores de cada pieza de queso estaban increíbles pero cada trozo era tan pequeño, que la verdad no se justificaba el precio de la bandeja por cada pedacito que sirvieron. Eso no me gustó en absoluto.

Luego vinieron los principales. Estaban todavía en temporada de langosta y me pareció estupendo que dieran la opción de pedir uno de estos crustáceos completo donde se podían preparar la mitad de una forma y la otra mitad de otra. Así que Maru y Ximena pidieron una para compartir en dos versiones: una al grill y la otra en risotto.

La langosta al grill estaba super rica. El risotto realmente no me encantó. Las pastas de los amigos de Ximena al parecer estaban sabrosos. Mi carne, un ribeye, con un tamaño bello de lo grande que era, trajo demasiada grasa y la verdad esperaba algo mejor. La yuca frita, para acompañar, estaba perfecta y crujiente.

Decidimos armonizar la comida con una botella de espumoso Pomar que estaba divina y a un precio razonable.

Finalmente cerramos con broche de oro, con los postres. Por previa experiencia me adelanté a recomendar el famoso "Pot de creme" (que no les voy a decir de qué es para que vayan y vivan la experiencia de este dulce maravilloso) y una torta de chocolate con ron criollo que estaba super fresca.

Este restaurante es la demostración de que en Venezuela hay productos de calidad y de que sí se pueden hacer cosas interesantes. Jean Paul Coupal, dueño de este establecimiento, se ha dedicado a buscar los mejores productos que se hacen en el país. Cuenta con una Barra de quesos seleccionados de varias partes, vegetales frescos, licores nacionales, carnes criollas, el famoso y tan de moda pato real y el buen uso del cacao venezolano.

Creo que es un sitio donde vale la pena ir para vivir la experiencia de lo criollo con nivel. Mis recomendaciones: el pato real en cualquier de sus presentaciones, la langosta al grill, los contornos todos, pescado y algún trozo de carne que no sea el ribeye porque les va a traer demasiada grasa. ¡No dejen de comer postre!

En precio me parece un poquito más elevado que los restaurantes estándar.

En fin, creo que vale la pena ir, probar, disfrutar y luego opinar.

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